Me duele no tener fotos de lo ocurrido en mi Granada.

Pero me encanta saber que no me hacen falta.

Porque nunca olvidaré al matrimonio que compró el libro tan solo por tenerlo en la biblioteca de casa. Para que lo leyera quien quisiera.

O aquel chico que, tan solo con contarle el inicio de la historia me dijo: "me lo llevo".

Además, había otro autor firmando a mi lado, y también quiso leer su libro.

Compradores compulsivos los llaman.

Para mí, amantes de la lectura que no titubean cuando se trata de apoyar a los demás.

Más gente como vosotros, por favor.

¿Cómo olvidar a la chica que al leer la página 27 vio reflejada a su prima? Decidió regalárselo para que la historia de Mario le sirviera de ayuda y le diera fuerza para pasar un mal bache.

¡Ánimo, tocaya!

O a ese chico que, tras leer un párrafo del libro (página 63, para ser más exactos) le dijo a la chica con la que iba: "mira, eres tú".

La pareja amante de los cubos de Rubik. ¡Cuántas risas con vosotros! Desprendíais felicidad y cosas muy bonitas.

La chica onubense.

La que pidió permiso a su madre para comprarlo y la convenció leyéndole la página 65..

La mamá que vino con sus dos hijas de 8 y 9 años. ¡Ya mismo ellas también lo podrán leer!

El señor de Madrid de ojos claritos, que lo compró pensando en que sus nietos también lo leerían.

Pensando en compartir lecturas y momentos con ellos.

Mario, al que le llamó la atención que el protagonista se llamara como él.

El hombre que estaba allí a las 17:20 (empezaba a las 17:30), para poder presentarse y hablar conmigo.

¡Fue todo un placer conoceros a todos!

Os doy las gracias infinitas por la confianza y también por los ratitos de charla que tanto disfruto.

Pero no quedó ahí la cosa... Resulta que un autor vino desde Madrid a firmar a Granada... ¡Y se alojó en mi hotel! Qué alegría poder descubrir a nuevos autores de esta manera.

¡Muchísima suerte, David!  "La vida del pez" será un éxito.